Ya
habíamos mencionado en una entrada anterior de este blog las declaraciones de
la presidente del Banco Central Europeo sobre la intención de la institución
que dirige de ponerse en cabeza del potencial desarrollo de una criptomoneda
pública emitida por el banco central y regulada el mismo. Dicha moneda sería
del tipo stablecoin, es decir, una
moneda cuyo valor estaría respaldado por el propio Euro y, suponemos, por los
bonos emitidos por el propio Banco Central Europeo, de manera que se tratase de
una criptomoneda con una volatilidad limitadísima y que cumpliese las funciones
no solo de medio de pago sino también de depósito de valor; función esta última
que la gigante volatilidad de las criptomonedas más populares ha negado a este
tipo de bienes digitales. La creación de una criptomoneda, además, serviría de
freno, según los expertos, a los proyectos de creación de criptomonedas
privadas, pues se estaría ofreciendo una solución demandada por la sociedad con
un plus consistente en la seguridad que ya ofrece un sistema financiero oficia
y establecido. El proyecto no puede negar que una de sus motivaciones sea
frenar proyectos privados de emisión de criptomoneda, sobre todo al que más
nerviosas ha puesto a las instituciones financieras mundiales: la Libra de
Facebook.
Así,
como podría aventurar cualquiera que haya seguido la carrera de la señora
Largarde, cuando hizo las declaraciones no hablaba en balde sino que anticipaba
un proyecto que ya estaba en movimiento. Si las declaraciones las hizo el día
12 de diciembre del año pasado, el día 17 de los mismos mes y año, el Banco
Central Europeo hacía público un proyecto de prueba de concepto llamado
EUROChain.
En
la web oficial de la institución se leía que esta prueba de concepto cuanta con varias características novedosas
desarrolladas por el equipo EUROChain de investigación del Banco Central
Europeo usando la tecnología de contabilidad distribuida. Según el informe, el proyecto es un estudio sobre
como la privacidad de los usuarios puede equilibrarse con el cumplimiento de
las normativas contra el blanqueo de capitales aprovechando, asimismo, el
descenso de los costes de transacción que conllevaría el uso de la tecnología
de contabilidad distribuida.
La
prueba de concepto está limitada, de nuevo según el informe, al estadio
anterior al uso particular de una criptomoneda por parte de usuarios finales.
Es decir, el objeto del informe es la conceptualización de una red en la que
participen los diferentes bancos centrales de los estados miembros como
intermediarios entre el BCE y los usuarios finales. El caso de uso se basa en
el diseño que afecta a los intermediarios que tendrían acceso a las cuentas del
banco central y que pudiesen recurrir a los saldos de reserva depositados en el
BCE para poder proporcionar a los particulares la moneda digital emitida por el
propio banco central europeo.
Este
suponía un primer paso antes de comenzar el proyecto de una criptomoneda
pública y estable emitida por el banco central europeo. Este proyecto de
creación de moneda era la respuesta que las instituciones financieras ofrecían
a los proyectos de criptomonedas globales privadas, las cuales son consideradas
un peligro no solo para el sistema financiero global sino también para la
propia soberanía de los estados y zonas monetarias comunes.
Sobre
la creación de una criptomoneda europea (EUROCoin) la presidente manifestó que la ventaja que aportan es clara, los pagos
sería inmediatos, seguros, baratos y potencialmente semianónimos y los bancos
centrales mantendrían una posición segura en los pagos. Es decir, que lo
poco que sabemos por ahora de esta moneda es que se trataría, como era de
suponer, de una stable coin y que el
Banco Central soportaría la operativa de uso de las mismas.
Esto
se lee en la cuenta de Tuiter el BCE: “Lagarde
sobre las criptomonedas: estamos analizando la viabilidad y las ventajas de una
moneda digital emitida por el banco central que garantice que las personas
puedan seguir usando el dinero del banco central incluso si el uso del efectivo
físico finalmente disminuye. Queremos jugar un papel activo”.
Este
proyecto del BCE se une a otros ya existentes como el chino, muy avanzado y
dirigido a que el Banco de China pueda acaparar también nuevo espacio en el
ámbito del comercio a través de criptomonedas, o el Petro Venezolano, de escaso
éxito, a pesar de ser una aspirante a stablecoin
basada en el precio del petróleo llamada a crear una divisa utilizable dada la
imposible inflación que ha depreciado hasta el mínimo a la moneda nacional
venezolana.
Aunque
nos sorprendería enormemente que la criptomoneda europea se emitiese a corto
plazo lo cierto es que se están urdiendo los primero mimbres para que el BCE
pueda reaccionar en caso de que entienda necesaria la existencia de la
criptomoneda pública para combatir la introducción en el mercado de una moneda
privada. Sin perjuicio de lo anterior, entendemos que las instituciones, antes
de tener que recurrir a la emisión de un criptomoneda propia seguirán poniendo
impedimentos a quienes pretendan la creación de una criptomoneda privada capaz
de competir en el mercado financiero con las emitidas por los bancos
nacionales, como es el caso de la Libra de Facebook.
Por
último, mi opinión en el estado actual de la situación, tanto los proyectos
públicos como privados de desarrollo de criptomonedas deberán su triunfo o
fracaso a su capacidad de poder conectar con las necesidades de los usuarios.
Una criptomoneda puede ser muy necesaria en casos como el de pueblos que deben
recibir ayudas evitando intermediarios, países cuyos ciudadanos viven bajo
regímenes corruptos o en países objeto de embargos y sanciones económicas por
terceros. Por otra parte, fuera de los términos de necesidad, pueden ser útiles
sin fomentan una nueva forma de consumo a través de la red, por ejemplo,
eliminando intermediarios entre el productor y el cliente a través de una red
social. Quienes sean capaces de diseñar una nueva necesidad, serán los vencedores
de la batalla de las criptomonedas.
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