Ya la semana pasada llevamos a cabo el seguimiento de la
criptomoneda napolitana cumpliendo nuestro compromiso; y para seguir con el
mismo, vamos a dedicar la presente entrada a hacer una recopilación de las
vicisitudes más significativas de las que está siendo objeto la criptomoneda de Facebook, LIBRA, a la que
ya dedicamos una entrada anterior. Han sido muchos los medios especializados que han ido, a lo largo de los últimos meses, informando sobre las complicaciones a las que se está
enfrentando el proyecto LIBRA en su camino genético.
Lo primero que hay que poner de manifiesto es que la
propia Asociación Libra era consciente de que dichas dificultades aparecerían
y, aunque en su white paper preveía el lanzamiento de la moneda en
2020, lo cierto es que siempre mantuvieron que no se precipitarían y la moneda
no vería la luz hasta que quedase patente que el proyecto estaba auspiciado por
la máxima legalidad en todos sus aspectos e implicaciones. En la entrada de este blog relativa a esta moneda apuntamos algunos de
los temores que, razonablemente en muchos casos, fueron manifestados por los distintos agentes y operadores de los mercados e instituciones de control y gobierno
Vamos a centrarnos en los cuatro aspectos que, hasta el momento, consideramos
de mayor relevancia y que están impulsando las distintas investigaciones sobre
la viabilidad (legalidad) de la criptomoneda de Facebook.
Los Estados. La preocupación de los estados está contrastada por el hecho de que LIBRA haya sido uno de los aspectos tratados en la reunión
de los ministros de finanzas del G-7. No puede olvidarse que Facebook tiene
alrededor de 2.500 millones de usuarios. Dos mil quinientos millones de personas (!!!) implica una “población” enorme
y trasnacional que sería potencial usuario de la criptomoneda. Esto podría llegar a implicar una moneda
global fuera del control de los gobiernos e instituciones, implicando esto, a su vez, que los
estados (o entes como la UE) perderían una herramienta fundamental de control e
impulso de sus economías: la política monetaria. Tan solo EE.UU. y de manera
indirecta podría influir en el valor de LIBRA a través de su propia moneda, ya que
previsiblemente constituirá la base de la reserva que hará de LIBRA una stable
coin, pero a costa de asumir tremendos costes. De esta manera, las instituciones
nacionales e internacionales verían mermado un elemento fundamental de su
soberanía, el control de su sistema monetario interno.
El sistema financiero. LIBRA no ha ocultado su intención
de incursión en los servicios financieros. Su white paper así lo revela, sin entrar en
detalles, pero condicionado por su condición no bancaria. Sin embargo, los
expertos ya están alertando sobre la posibilidad de que por medio de la
aplicación Calibra, la Asociación LIBRA pueda llevar a cabo algunas de las
operaciones tradicionalmente bancarias, tales como financiar adquisiciones de productos,
realizar transferencias entre usuarios o entre usuarios y empresas, préstamos diarios o pagos con tarjeta o monederos
virtuales. Está circunstancia supondría un golpe para el sistema bancario
tradicional toda vez que las empresas incluidas en la Asociación Libra contaría con un volumen tal de
información sobre los usuarios que estaría mucho más capacitadas que los bancos
para crear productos financieros a la medida de cada usuario (cliente).
Obviamente quedaría fuera de su alcance la captación de depósitos, pero quién
los necesita cuando se prevén millones de transacciones diarias.
La competencia. La Unión Europea no puede permitirse alojar en su seno un
elemento del potencial peso económico de LIBRA si no está, éste, bajo control. Algunas
de las razones ya las hemos expuesto, pero según la Comisión Europea no son las
únicas. Según algunos medios, la Comisión Europea ya ha hecho llegar a algunas
de las empresas conformadoras de la Asociación Libra un cuestionario para que
las mismas contesten a algunas preguntas y las respuestas, presuntamente,
determinarán la necesidad o no de comenzar una investigación sobre posibles
conductas anticompetitivas dentro del mercado de la Unión. Según los mismos medios, dichas conductas se
basarían en la ventaja competitiva que dichas empresas adquirirían como consecuencia
del intercambio de datos sobre usuarios que las empresas de la asociación
podrían llevar a cabo, dándoles, como ya hemos dicho, un conocimiento de cada usuario
que permita afinar su oferta a una demanda que podría potenciarse con dichas
maniobras.
Los datos. Hay dos verdades
indiscutibles: Si en una cena de navidad no eres capaz de identificar al cuñado
pesado, el cuñado pesado eres tú; y si no sabes identificar el producto de una
empresa, es que el producto eres tú. Es un lugar común que los datos son el
petróleo del siglo XXI y, como es notorio, nadie sabe más de nosotros que aquellos a
quienes se lo contamos todo (nuestras redes sociales, nuestro motor de búsqueda, el sistema operativo de nuestro smartphone). Los procesos del futuro se edificarán sobre el big data y la capacidad de los
operadores para convertirlos en smart
data, que es, a su vez, el alimento de las inteligencias artificiales. Facebook, ya ha estado
(y está) bajo la lupa reguladora por sus conductas irresponsables respeto a la custodia de los datos personales y la privacidad de las personas y eso, con más o menos razón, ha hecho
suponer que los datos de los usuarios serán un elemento basal de la estrategia
de funcionamiento de LIBRA, utilizándolos como mercancía, moneda de cambio,
elemento diferenciador en estrategias de mercado e incluso configurador del
acceso a financiación o a productos básicos o no.
A nadie se le escapa que las empresas actúan, por
definición, con un ánimo de lucro que conduce sus decisiones y que estar
integrado en la Asociación Libra les da una ventaja sobre las demás que no lo están; de modo
contrario no estarían en ella. Por todo ello, no puede hacerse un análisis
inocente de la irrupción de LIBRA en los mercados y hay que estar preparados
para que su entrada no conlleve una marea que supere los diques de las
regulaciones de defensa de los usuarios.
Octavio Gil Tamayo
Abogado.
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